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domingo, 4 de septiembre de 2011

Tacones lejanos


                                                                             Nathalie Doust

Candela Escorzo había oído hablar de la caja torácica y decidió que la suya fuese una caja fuerte. Desde siempre se había sentido fascinada por estos artilugios llegando una vez a contratar los servicios de una en una sucursal bancaria.El día que lo hizo se preparó a conciencia: americana blanca ceñida al cuerpo, falda negra ceñida al alma, tacones lejanos. Se maquilló de manera ligera y recordó a Sharon Stone. Sabía que estaba jugando a las películas, pero era verdad que necesitaba custodiar ciertos recuerdos bajo caja fuerte. Llegó al banco, esperó impaciente su turno para hablar con el director mientras imaginaba que todos aquéllos que estaban delante de ella rogaban por hipotecas, créditos o embargos. Se juró nunca rogar en un banco. Llegó su turno. Se sentó mientras el director la miraba atento y cruzó sus piernas con cierta dificultad; demasiado largas para una silla tan pegada a una mesa. Sin presentarse la comenzó llamando por su nombre, sin saber ella cómo dirigirse a él. Candela habló rápido, fue directa, concisa y se expresó con suma claridad. Le quitó toda la literatura a un acto como aquél que se convirtió en pura matemática de cifras desnudas. La condujo luego por los pasillos del local hasta llegar a una sala acorazada que parecía prometer los tesoros de alibabá. Lejos del cuento, una vez más, se encontró dentro con taquillas aceradas en forma de cajón. Un tanto perpleja le preguntó al director si eso eran las cajas fuertes a lo que él le dijo que sí y que si había algún problema. Candela se quedó callada pensando que sus recuerdos tenían una mayor dimensión. Desilusionada, guardó en la caja un paquete de cigarrillos una vez que se quedó allí sola y salió cabizbaja ante la mirada del director.
No había lugar donde guardar sus recuerdos.

9 comentarios:

Rorschach Kovacs dijo...

Al final la única forma es compartirlos con alguien, y si tienes suerte, alejados ya de esa carga emocional, crear más recuerdos como estratos que van sepultando, enterrando los más antiguos para que al menos, en un primer vistazo, parezca que todo va bien.
Un saludo.

sara dijo...

Yo por el momento he decidido compartir palabras contigo...
Un saludo

Rorschach Kovacs dijo...

Un honor que haya sido así. Un saludo. Cuídate.

ohsinopeus dijo...

hermoso tu relato, tierno, delicado.
un beso.

sara dijo...

Muchas gracias,
así me parecen los tuyos.
Un beso

Advenedizo. dijo...

y?

sara dijo...

Que si no los guarda corre el riesgo de idealizarlos.
No ves ahí peligro?

sara dijo...

Y no te piques.

Darío dijo...

Maravilloso. Ma-ra-vi-llo-so. Una caja para embutir recuerdos.