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domingo, 28 de agosto de 2011

28 de diciembre


El broche final a sus vacaciones lo puso una broma.

Y no se trata del fin de las mismas...

A todas las víctimas les iguala su sentido de culpabilidad o responsabilidad al principio y tras el ataque. A la víctima de una broma también le ocurre. Ella se sintió avergonzada por su inocencia o credulidad al mismo tiempo que se sintió vulnerable por haber sido la elegida, la presa fácil.

Y fácil es enlazar el tema de las bromas con el de la venganza porque es instintivo tras una. Pocas novelas lo hacen porque los conflictos no suelen presentarse en formato broma. Restaría entidad, por ejemplo, a las tragedias griegas: ¿el Oráculo de Delfos bromeando sobre el parricidio y el incesto?

O desharía la tensión de cualquier novela negra: sabemos que el que quiere matar, mata; no bromea.

En una romántica nos parecería igual de cruel: el engaño cabe y da enjundia, la broma sobra por soez. Digamos que engañar es poético, mentir es inteligente y bromear puede llegar a ser demasiado cruel, porque al lector le gusta sentirse de todo menos estafado. Solucionar un conflicto con la respuesta no acertada de “era broma” es como hacerlo con “...y al final sonó el despertador y se dio cuenta de que todo era un sueño”. Soluciones fáciles que a nadie convencen.

Hace ya tiempo que sabe que su vida no es una novela y tampoco ella un personaje. Hace ya tiempo que en su vida no hay poesía; así que no debería extrañarse de ser la víctima de una broma. Parece una palabra pequeña, esa de broma, pero entraña otras de las grandes: manipulación, burla, crueldad, vacío, desazón...Porque una vez asimilada la farsa, toca reponerse del susto y una vez repuesta del susto, toca levantarse otra vez.

Tras haber sufrido una broma pesada no se ha resquebrajado su sentido del humor, si acaso un poco sus nervios. Lo mismo le habría pasado al padre de Edipo si tras ordenar su muerte se entera de que el Oráculo de Delfos bromeaba, o a la víctima que desespera en una cabaña oculta en el bosque si tras horas de suspense entra el asesino sonriendo y diciéndole que todo era broma.

Bromas y literatura no casan definitivamente.

lunes, 22 de agosto de 2011

Misivas


Está paralizada de sensaciones para arriba. Está dominada de impulsos hacia abajo. Está siendo acosada por ella misma y sigue queriendo escribir para él.
No es correspondencia en ninguno de los sentidos. Son palabras disparadas a hacer diana en él. Se prepara para una nueva carga; lo hace sin ducharse, tras haberse dado un baño de mar. La piel tirante y seca le recuerda la coraza escamada del animal. La sal que cubre las pestañas y las engorda  le recuerda que acabará tragando agua de mar y es entonces cuando teme desnudarse, porque intuye que acabará convirtiéndose en estatua de sal ante la sola visión de su cuerpo desnudo.

Quizás no esté preparada para escribirle ahora y tal vez no lo haya estado nunca.

domingo, 14 de agosto de 2011

Un esteta...

                                                                                         Madi Ju

Sarisue mira la cama deshecha y todavía maloliente. Lo que empezó siendo sexo divertido acabó convirtiéndose en escatología de muy bajo nivel. Se entretiene mirando las manchas de las sábanas y esperando que todos los espermatozoides se hayan muerto allí; recuerda a los peces varados.
Se maltrata pensando en futuros abortos ahora que estaba pensando en futuros hijos.
Sabe que puta no es una palabra que la defina, ni golfa, ni zorra. Lo de ella es peor. Busca castigarse eternamente a través de polvos mediocres y de hombres siniestros. Cree que es lo que se merece por haber tenido una triste historia sexual: inicios forzados, aparente frigidez, imposibilidad de un orgasmo en compañía, cesión a las posturas demandadas y soledad con un hombre encima. Resignación sexual acompañada de sumisión.
Curiosamente ha topado con un tipo que le dice que lo hace bien. Sabe que miente y que sólo busca que ella siga, que no se pare. También le dice que es su chica favorita; sabe que miente porque tiene novia. Le dice también que es preciosa; puede que ahí diga la verdad. Una pena que él no sea un esteta y que sea sólo un desgraciado más.

sábado, 13 de agosto de 2011

Blanco

No es la cara del olvido, es la cara del desconcierto, de la no ubicación, del temor. Una angustia imposible de ocultar, unas palabras que no salen y unos recuerdos que no llegan. Miradas sobre ella y también sobre él. Una niña me dice que le tiene miedo, que sabe que está enferma pero que le da miedo; me pregunta qué enfermedad tiene y yo le digo: -es cansancio; no como el nuestro de cuando estamos cansadas, porque en ella es una enfermedad. No le digo que a mí también me da miedo; no ella, sino su enfermedad. No es la primera vez que veo la mirada del olvido confundida con el temor y con la búsqueda, pero aquellos ojos que me buscaban, me encontraban. Hoy he visto unos ojos perdidos entre una multitud alegre que festeja el encuentro, y me ha dado tanta pena porque sé que mientras que los demás celebran, ella padece...y él. He recordado a mi abuela. Igual de sola que ella pero con nosotras. Espero que nunca  se sintiese perdida, desubicada, fuera de su casa, lejos de nosotras...He visto la incompresión y el miedo en los demás, mientras el amor y la entrega en él...y en mi madre. LLoro escribiendo esto, salpicando de verdad un relato de no ficción; pero me ahoga dentro, porque he jugado a hacerme la fuerte, sonrisa permanente ante la mirada confundida. En un intento por dar paz, calidez y casa. LLoro porque me pesa la angustia de ella y de él.

Palabras sentidas

lunes, 8 de agosto de 2011

Game over


                    Cristina Borobia

En la sala de las puertas cerradas hay una que se abre con gran facilidad. Ella entra sin dudar con la ansiedad de una Alicia atravesando el espejo. Un abismo se abre a sus pies. Ha entrado en el mundo del deseo. Tras ella se cierra la puerta ; se queda encerrada en un túnel con forma de espiral. Sabe que allí dentro no serán las cosas siempre como ella quiera. Se convertirá en objeto de deseo en algunos tramos, mientras que en otros ansiará aquellos frutos que cuelgan de las ramas más altas; pasará hambre y sed que no será peor que el frío y el calor. Se sentirá febril durante todo el recorrido. Sufrirá porque le gustan las cosas que duelen y por ser tan necia de saberlo y aun así empeñarse.Se angustiará también al intuír el final del camino y en aquellos tramos donde no vea nada. Tendrá que aprender a transitar con orgullo porque cada vez que lo pierde se acumulan puntos a su rabia acumulada. Deberá aprender también a disimular, a esquivar y a no dejarse llevar; pero le será muy difícil porque está en el mundo del deseo y se siente además sola.

sábado, 6 de agosto de 2011

Drame


Una niña que lleva un abrigo rojo se esconde en su habitación y lejos de taparse los oídos, permanece atenta a la discusión que en la cocina chillan los padres.
Paralizada sobre la cama, es consciente de cómo se va contracturando su cuello con cada grito. No pestañea; casi no respira. Parece un animal alerta. Fija la mirada en un punto y su cara es tan seria...
No se quita su abrigo rojo.
En la cocina oye su nombre en la boca de su madre; no la llama, sólo la utiliza para atacarle y para protegerla. Oye gritar también vicios, reproches, insultos; gritar llanto, portazos...
Ella no se quita su abrigo rojo.
Se han separado. Él en un cuarto, ella encerrada en el baño. Él dice: amargada, cago en dios...Ella llora.
La niña siente vértigo en la barriga.
 Vomita sobre su abrigo rojo.
Sólo ha vomitado la comida; todo lo demás se queda dentro.



jueves, 4 de agosto de 2011

Köala


Eva Solah es una mujer valiente, muy valiente. Se ha lanzado a una maternidad en solitario y llena de incógnitas. Se ha inseminado; bueno, la han inseminado. Eva Solah ha tenido suerte porque su embarazo no ha sido gemelar. Después de haber parido, tiempo después, dicen que dijo que no le habría importado que lo fuera. Eva tiene las ideas claras, se fija un objetivo y lo consigue.
Nace un niño, Uno Solah. Eva piensa que se parece a ella pero a medida que pasan los días, los meses, va descubriendo que sólo se parece a ella en sus manías. A Eva le encanta Uno. Y Eva se enamora de la fantasía del padre de Uno:
De nombre Sergei y de profesión estibador en un puerto, decide.
Su hijo es bruto y fuerte, increíblemente rubio y con un simpático hoyito en el mentón. Con corta edad ya parecía gimnasta olímpico. Su hijo es dulce por las noches, cuando Eva está más cansada. Es rápido de reflejos y no muy hablador. Sorprende que es un niño con caída de ojos; cierra y abre los ojos con lentitud, como si pesaran mucho sus largas pestañas. A Uno le encanta la música, y siempre la baila.
Cuando Eva Solah descubre lo poco que su hijo se parece a ella, es cuando comienza a fantasear con su padre. Sabe que no debe hacerlo, porque Uno no tiene padre, y ella no debe transmitirle nostalgias, y menos, las suyas. Pero Eva no puede evitar pensar en Sergei e incluso pensar en buscarlo. A veces sueña que es él quien la busca a ella y a su hijo; y por eso, Eva pasea por el muelle a diario con Uno. Ven llegar barcos y buques y cómo son descargados. Se sientan en un banco a merendar y entonces Uno pregunta:
-Eva, a quién esperas
-La caída del sol, Uno...
Todos los días repiten paseo y repiten diálogo.
Un día de lluvia paseaban sin paraguas. La lluvia los empujaba a correr. Un grupo de hombres se divertían mirándolos. La lluvia tan intensa impedía a Eva verlos bien, pero creyó ver a Sergei entre ellos. Los llamaron  y Uno tomó a su madre fuerte de la mano para dirigirse hacia ellos. Cuando estaban llegando Uno le dijo:
-Eva, ha llegado
-¿quién, Uno?
-El sol, mamá...

Como si de un milagro evangélico se tratara, las nubes negras se abrieron dando paso a unos potentes rayos de sol que volvieron a cegarla momentáneamente. Cuando por fin pudo ver, los hombres ya no estaban. Eva y Uno volvían a estar solos. Se sentaron a merendar mirando fijamente la línea del horizonte y sin decirse nada, esperando como cada tarde la puesta de sol.