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jueves, 29 de diciembre de 2011

Los clavos de Cristo


Un año, no hace mucho, pidió a los Reyes Magos un clavo. La razón tenía que ver con el refranero popular, con uno que reza que "un clavo saca a otro clavo". Aquel año los Reyes hicieron caso omiso y creo que le dejaron un par de libros cuyo efecto se asemejó al de los clavos de cristo. Mucho lloró aquellas navidades; como casi todas.
 Qué tendrán estas fechas que son como una fase premenstrual o una crisis de los 40 o una depresión postparto...

viernes, 23 de diciembre de 2011

Más difícil todavía


Más difícil todavía.
Ir al circo en navidad es una tradición. Pasen y vean:
La familia que cena silenciosa y más rápido que nunca un menú diferente al del resto del año, pero que cada veinticuatro o veinticinco sabe siempre igual.
La casa y la mesa en la que van faltando los pilares que la sustentaban y que daban sentido a ese festín gastronómico.
En otra casa, un viejo cena solo. No permite que un día así altere su rutina. Entiende que los jóvenes quieran ver su rutina alterada: distintos horarios, más comensales a la mesa, ropa de domingo, sonrisa impostada...Él no. Toma el postre viendo el telediario, asomándose así a una realidad a la que había cerrado la puerta.
Una vivienda de nueva construcción estrena navidad oliendo todavía a ilusión. Están recién casados y por primera vez no cocinará su madre. Se celebra más esto que nada.
Son muchas historias diferentes las que confluyen un día así, las que se sientan a la mesa una noche como ésa.
En una isla de Indonesia ha erupcionado un volcán, en Rumanía las nevadas también decoran el paisaje, son las lluvias en Australia las que dan el ambiente, fuertes borrascas en el norte producen olas que inundan los sueños y en México, en el estado de Guerrero, un terremoto casi hace variar la posición del eje de la Tierra.
Cambiará la fisonomía, pero nunca las tradiciones.
Y así los que están solos se sentirán más solos que nunca, los que están enfadados lo tendrán más presente ese día, las enfermedades dolerán aún más, los ausentes se echarán más de menos, los pobres se sentirán más desgraciados, las mujeres maltratadas tendrán que esmerarse con el maquillaje... Sólo serán felices los que adoren las tradiciones y los niños a los que se les empieza a enseñar a cumplirlas.
Ir al circo en navidad es una tradición. Se llenará la pista de malabaristas, de trapecistas y de payasos. Sorpresa, riesgo, precisión, poesía...todo eso es el circo.
Así que pasen y vean, déjense llevar por la ilusión y cuidado con el consumo; pese a que sea no sólo toda una tradición sino el motor que permite que brillen las luces de la navidad.
Cada año es más difícil todavía...

lunes, 19 de diciembre de 2011

El fantasma de la promiscuidad


Mientras sus coetáneas y menos se quedan embarazadas, ella atesora enfermedades de transmisión sexual. Qué triste historia, una vez más. Y no lo es por su carencia reproductiva, lo es por su inexistente vida sexual que sólo asoma en forma de hongos, virus y escozores varios. Le dice una experta, doctora para más señas, que es lo que tiene la promiscuidad. Ella, asustada por la palabra, cuestiona la cifra que eleva dicha palabra. El número dado es 8. La verdad, piensa, es que sí que son muchos. 8 míseros polvos son suficientes para acabar prefiriendo la masturbación sin riesgos. Algunas mujeres cercanas se embarazan mientras  un hombre-amigo le cuenta que ha estado con unas dos mil mujeres en su vida. No puede evitar verlo como un transmisor en vez de como un fantasma.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Puxa Asturies


Ruge el Cantábrico. Su tierra es mar y su mar es ella. Paisaje salvaje nunca yermo, siempre agitado y bello. Ruge el Cantábrico y como con ella, todos se limitan a mirar desde las atalayas; saben del peligro los que son de la tierra por eso sólo se acercan los extranjeros. De niña vio ahogarse a dos personas por acercarse atraídos por la belleza. Siendo mujer, algunos naufragaron intentando llegar a ella. Sus novios, siempre de fuera, nunca consiguieron llevársela; quizás por eso se fueran.
Ruge el Cantábrico y suena a la furia de una tierra que es sangre corriendo por las venas.

martes, 6 de diciembre de 2011

Ni Dickens ni Galeano


Llegan las lucecitas y se apaga algo dentro de ella. Le encanta ver la ciudad iluminada; pero de noche, porque las lucecitas por el día parecen esqueletos de carne pegada. Y así va por las calles durante el período navideño: con visiones atroces. Quizás sea por eso que es la única época del año en la que ansía ir acompañada por un hombre. Se llama Gina Asturias, es uruguaya, tiene los ojos muy verdes y la certeza de conocer su destino. Sabe que el destino se explica con el psicoanálisis y por eso sabe que le toca caminar sola. Gina pasea por un Montevideo iluminado y de sus ojos muy verdes brotan dos flores que van a parar a una esquina de su boca; la tuna ha llegado a Uruguay y unos mozos le cantan Clavelitos. No se paran, siguen cantando a todas mientras Gina sigue caminando sola. Se detiene ante una tienda de bragas camufladas bajo las figuras del belén. Se ríe y ve su reflejo en el cristal del escaparate. Gina Asturias sigue siendo guapa, pero no tanto. Se entristece de golpe. Vuelve a casa y van desapareciendo las luces. Sólo iluminan el Centro. El barrio está tan oscuro como su ánimo. Sus ojos sólo fueron verdes por un momento; puro reflejo de las luces. De ellos ahora sólo brotan lágrimas sin color.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Adiós tristeza



Eternamente ilusionado.

Le rebate la afirmación porque se cuestiona la sensación. Es difícil, piensa, retener los instantes de inicio, mantener las ansias del no saber, reinventar día a día propósitos y no tener vulnerabilidad de ánimo.

Dice vivir siempre ilusionado, y ella se lamenta de la falta de contagio. Quizás si lo viera más, si compartieran más momentos juntos, algo se le pegaría. Pero el destino es caprichoso y ha querido separarlos, o quizás no fuera el destino y sólo fuese eso mismo: la ilusión eterna de él y falta de la misma de ella. Dicen que los distintos se complementan, pero hay incompatibilidades que bien justifican separaciones ( o eso dicen).

Ella mecaniza sus movimientos al cabo de repetirlos unas cuantas veces: es de las que toma siempre la misma ruta, cuenta siempre las mismas anécdotas, escribe siempre igual.

Él no sufre por ir a trabajar, quiere ir a cenar cada noche a un restaurante distinto, dice incluso no tener un estilo y gustarle además todo tipo de Literatura.

Ella se exaspera; le dice que hay buena Literatura y mala, y que no le pueden gustar ambas. Él también se exaspera, le dice que antes le gustaba salir a cenar. Ella responde que prefiere que cocine él. Él le dice que puede hacerlo ella en vez de estar leyendo. Ella grita que ya no le ilusiona ir a nuevos sitios que en el fondo son todos lo mismo. Él grita que lo que no la ilusiona es él. Ella quiere que la acepte, que la conozca, que no le ciegue su ilusión por haber creído encontrar el Amor. Él se propone luchar porque en ella reaparezca la ilusión por ese amor.

Para ella las ilusiones de él son espejismos y para ambos la desilusión es ella es realidad. Porque han dejado que pese más el plomo que el aire. No los separa el destino, se separan sus ilusiones.

Pasa el tiempo; él que creía en la eterna ilusión, vuelve a estar enamorado. Ella sigue enamorada de él. Sigue tomando las mismas rutas, contando las mismas anécdotas y escribiendo con un poco más de amargura. Ella sabe que la tristeza es bella pero que el abandono es terrible. La ha dejado para irse corriendo tras un espejismo.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Pequeñeces


Quiero hablaros de lo que pasa cuando los nombres se convierten en diminutivos y las personas se convierten pequeñas. Sé de un caso, una mujer. Ella se llama Sara. Cuando a Sara la llamaban Sarita, había un punto de picardía en quien se lo llamaba, y en cómo la percibían. Podía tratarse también de cierta ironía en el nombrarla, pero el Sarita era siempre divertido.

Sari, era el nombre de las amigas.

Sarina es la clave y de lo que quiero hablaros. Ese nombre se reservaba a la familia, por lo que era el nombre del querer. Ella tenía hasta hace bien poco una teoría con respecto a los hombres y su forma de nombrarla. Teniendo en cuenta que el primer impacto que les producía era el de distancia, pocos fueron los atrevidos a minimizar su nombre. Cuando alguno osaba a llamarla Sarina, creía ella que ése estaba rendido (ya que era el nombre del querer o de los quereres). Aguantó tiempo con la teoría llegando a elevarla a la categoría de dogma. Y como suele ocurrir, un día se fue todo a la mierda.

Sara conoció a Alguien, y Alguien pareció caer a sus pies. Tras una serie de confesiones en el lecho (pueden ser las más auténticas o las más perversas) y tras una sesión de sexo oral unilateral, él acariciándola la llamó Sarina. Todas sus alarmas saltaron, creyó que Alguien se había quedado prendado. Pasaron los días, los meses y ese tal Alguien parecía haberse esfumado. Hizo por encontrarse y se dio cuenta de que faltaba calle para que Alguien corriera huyendo de ella. Cierto día, pasado un tiempo prudencial, se lo encontró sin darse ella cuenta. Sacaba libros del coche intentando no perder su equilibrio corporal y entonces lo oyó: Sarina. Ahí se fue el dogma, la teoría y el orgullo a la mierda. Sonó condescendiente. Horrible. Sonó incluso a falta de respeto. Mancilló su nombre diminutivo y con él la hizo pequeña. No pudo siquiera decirle adiós, ni vete a la misma mierda donde habitan las teorías.

No pudo más que pensar que nunca más hará sexo oral unilateral.


jueves, 24 de noviembre de 2011

Animalismo


Seres vivos, animales, personas. El científico se empeña en clasificar quizás en un intento por facilitarle la comprensión de este totum revolutum donde convivimos seres pensantes, sintientes, seres impulsivos, reflexivos, deshumanizados, organizados, tiburones, pirañas y cervatillos.
Su laboratorio es frío, está desangelado. No hay más libros que un vademécum. Ninguna foto personal o profesional; sólo organigramas. Ella los observa con la curiosidad del niño y con el mismo asombro de ellos, observa que en lo más alto de esas pirámides y gráficos está el tiburón.
Le dirige una mirada interrogante al científico y él comienza su fábula. La ciencia se vuelve literatura y el mundo se convierte más mundano. Quería entender por qué mandan quienes mandan, en qué consiste sobrevivir y si todavía se estudia la selección natural. El científico le dice que él sólo es un trabajador de ese laboratorio, que no lo llegará a dirigir jamás porque todavía le quedan escrúpulos como para tener una foto sobre la mesa. A los tiburones no les gustan las fotos, se las comen. Pero eso sería explicarle la alimentación de los depredadores y ella no tiene cuerpo para eso, o sí? como en las fábulas, al final la curiosidad la mató  o como en el mundo mundano "el que no corre, vuela" (y parecía tonto el buen científico).

lunes, 21 de noviembre de 2011

Ni puto caso. Volumen II.


Escucha en la radio una canción de Shakira que dice "rabiosa" y se le pone una sonrisa en la cara. No puede evitar la relación y se acuerda de Mercedes Sosa y su "maza". Todo está mal para ella. Acostumbrada a sus desastres sentimentales (provocados a menudo por ella misma) y a sus bandazos emocionales, el trabajo siempre había sido ese remanso de rutina donde todo está controlado. Un giro empresarial supuso el primer tambaleo, pero aún así, todo seguía bien para ella porque su prestigio permanecía intocable. Segundo tambaleo, puede que definitivo: se siente cuestionada... Era su clavo ardiendo cuando todo iba mal: "seré muy mala, muy odiosa, muy rara pero soy buena en lo mío, me reconocen, me quieren..."Puede que en esto si se sobreestimase o puede que se estén confabulando los astros contra ella. Para colmo de males, lee en el horóscopo que tiene a Marte encima. Por qué será que no le sorprende que él siempre esté encima. Si pudiera reírse de todo, si supiera cómo no obsesionarse, cómo no hundirse...qué cosa fuera...
Supone que le toca ponerse las pilas, mover el culo que probablemente estuviera acomodado y empezar a hacer las cosas bien (porque sabe, claro que sabe). Podría empezar por escribir algo bueno que no le haga avergonzarse luego cuando lo lea.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Ophelias


Ya sé que todos estamos solos, pero los hay que están más solos. Yo soy una de ésas, de las que además rechazan la protección. Te tiran al mundo, te protegen de pequeña mintiéndote y piensan que te dan las armas educándote; pero no. No es sólo eso. Hace falta más. Hace falta que te quieras más de lo que te quieren, que aprendas a preocuparte de ti más que de los demás, que tu frialdad no sea sólo imagen y que tu sensibilidad lo sea sólo para el arte, porque si no es pura fragilidad o lo que es peor fragilidad pura.
Te ven llorar y te creen débil. Ten ven llorar porque no te escondes, o quizás por esconderte tanto acabas llorando. Es el único desahogo sano que me permito y siento que se censura más que los insanos. Todavía me sorprendo cuando me dicen que cómo no me gusto. No me conocen. No hay nadie que me soporte, ni los que me quieren. Porque al final, todo el mundo se protege de las personas como yo. La paradoja es que sobrestiman al que se subestima. La putada es que abandonan al que creen que no solamente sobrevive sino que también gana.
Ya sé que todos estamos solos, pero los hay que estamos más solos.
No puedo prometer que esté novelando, pero seguro que estaré exagerando.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Mal humor


Hace tiempo que quiero escribir sobre mí, pero sólo me sale escribir sobre ellas. Hace tiempo que deseo tener una aventura, pero no me conformo con vivirlas a través de ellas. Es insuficiente y poco satisfactorio. Si no puedo escribir sobre mí ni puedo tener aventuras satisfactorias, ¿qué coño hago intentando dejar de fumar?

martes, 15 de noviembre de 2011

Guerra.




Necesita hacerse fuerte, conseguir el temple de una monja, la serenidad de una sirena y el cinismo de un jeta; por eso lleva días viendo películas de época donde las mujeres ricas usan corsés y las pobres se los aprietan a la vez que aprietan también todas los dientes.
 Recupera para la ocasión frases antaño guardadas de Las amistades peligrosas:
  • Dime, querida ¿Cómo te vas adaptando al mundo?
  • Educación conventual
  • Lo principal es la virtud
  • Amor y venganza, lo que vos preferís.
  • Me parece degradante tener un marido como rival
  • Creí que traición es vuestra palabra favorita; no, no, es crueldad, siempre me ha parecido mucho más noble
  • Veremos si el chantaje surge más efecto que el soborno.
  • La clave de la paradoja es una cierta debilidad de carácter.
  • Os amo, os adoro.
  • Sólo había sentido deseo, amor, jamás
  • No es que quiera poseeros, sólo deseo mereceros
  • Pasar de la exaltación al agotamiento una y otra vez
  • A veces me pregunto como habéis conseguido inventaros a vos misma: no me ha quedado otro remedio, soy mujer
  • Siempre he sabido que había nacido para dominar a vuestro sexo y vengar al mío
  • Escuchar aquello que querían ocultar. Aprendí a sonreír mientras que me clavaba un tenedor por debajo de la mesa
  • Vencer o morir
  • Pedisteis obstáculos...
  • Si hay algo que no puedo soportar es el disimulo.
  • Cómo puedo rebajarme a ocupar la tibia posición de amigo
  • La vergüenza es como el dolor; sólo se siente una vez
  • Creo que está a un paso de la derrota: ya cierra los ojos
  • Esperar que nos haga felices el amor, es causa segura de sufrimiento.
Y decide que pese a que se sienta derrotada...

viernes, 11 de noviembre de 2011

On y va.



Este texto trata sobre una mujer que idealiza los lugares efímeros y de paso. Sueña con vivir en un hotel y pasa largas tardes en el aeropuerto.

No sabe cuándo empezó esta afición ni porqué, pero recuerda un día que aburrida de todo decidió entrar en un hotel de preciosas vistas frente a la playa. Se dirigió a recepción y solicitó una habitación con vistas. Notó cómo el recepcionista buscaba su equipaje, y ella resolvió: “sólo me quedaré esta noche, estoy de paso”. Tras subir a su habitación, recorrerla con la mirada y con el tacto y darse una placentera ducha, bajó al restaurante y descubrió el piano bar. Pasó buena parte de la noche allí, imaginándose las vidas de todos aquellos que como ella vivieran la metáfora de la vida en un hotel. El pianista se le acercó para decirle que iban a cerrar, y ella sin poder evitarlo se echó a llorar. Es lo que tienen los lugares de paso.

Cierto día conducía su coche cuando se fijó en una bandada de pájaros que volaban lentos y formaban preciosas figuras en el cielo, gris aquel día. Sintiéndose parte de la bandada, dejó que fueran ellos quienes le marcasen el camino a seguir y cuando se dio cuenta, se hallaba cerca del aeropuerto. Aviones que llegaban y que se iban rompían la imagen de conjunto; inevitablemente habría alguna víctima entre la bandada: la ley de la selva subida al cielo. Entró en el aeropuerto y enseguida se sintió cómoda en aquel lugar de paso. Se sentó en una sala de espera y pasó largo rato mirando a aquellos que llegaban de destinos previamente anunciados. Se imaginó a sí misma portando un gran cartel que anunciara el nombre de aquello que esperaba y comenzó a impacientarse. Allí todo el mundo parecía saber a dónde iba y de dónde venía. Las preguntas filosóficas no tenían cabida en el aeropuerto. Decidió entonces seguir yendo hasta que supiera responder a las suyas. Y sentada allí, en aquel lugar de paso, se echó a llorar porque no sabía lo que esperaba.

Hoteles y aeropuertos eran la misma cara de una moneda. La cruz era la monotonía de los días transcurridos sin preguntas. Lugares de paso frente a lugares comunes.




sábado, 5 de noviembre de 2011

Et c'est moi.


Me revuelvo con medio cuerpo porque la otra mitad duele.
Es injusto que ni siquiera pueda tocarme; he de privarme hasta de mis propias manos.
Cuanto más me duele el cuerpo más me duelen las entrañas. No sé si mis entrañas empiezan en mi cabeza, pero creo que ahí dentro palpitan todas mis emociones. Las siento como redobles de tambores que hacen eco en mi pecho y mueren sordas en la barriga.
Doy la espalda y cierro los ojos y es ahí cuando lo veo claro: quiero volver al vientre materno de donde nunca debí haber salido. A ese retorno sólo puede ayudarme la química, y esa es una paradoja más en una mujer de letras que nunca ha sabido formular más que dispartes. Locura con freno. Belleza no aprehendida. Sensibilidad como tortura. Amor añorado, deseado, desconocido, leído, solo.



Gracias por este regalo, Sónico

jueves, 3 de noviembre de 2011

Une femme est une femme.



Cuando ella se volvió y le dio la espalda, él vio su costado curvo y tatuado, Sé tú mi límite. No había sentido nunca tal declaración de amor. Quiso abrazarla entonces, pero posó primero su mano sobre aquellas palabras hechas piel y creyó sentir la suya traspasada. No se atrevió a preguntarle por miedo a conocer la verdadera historia; tampoco quería perturbar su quietud convertida en magnífica pose. Tumbada de costado, desnuda, tapada por sus cabellos finos, sedosos, mostrando aquella frase como una letanía, expeliendo calor su piel, respirando sin cadencia. La quiso, la amó, la deseó...pero por encima de todo, la temió. No volvió a ver nunca a aquella mujer de verso tatuado. Demasiado peligro contenido en cuatro palabras escondidas sobre la piel, guardadas en el alma.

sábado, 29 de octubre de 2011

Bellas Artes


Una chica hace ruido al subir las escaleras del museo. Sus tacones resuenan con eco en las salas del viejo edificio. Asusta a unas mujeres que admiran a Magdalenas penitentes; provoca que una pareja: un hombre y una mujer, se agarren de la mano ante bodegones de naturaleza muerta. Despierta también la atención dormida de aquel hombre que miraba sin contemplación a la Diana Cazadora...en fin, un ruido que dentro del museo resultaba ciertamente desconcertante.

Aquella chica recorría el edificio explorando sus rincones, disfrutando del propio lugar que había sido elegido entre otros tantos para albergar belleza, arte. Se fijó en unas paredes con la pintura desconchada y se lamentó de que el cuadro que colgaba allí encima fuera el de una tormenta marina y no el de una espiritual. Viajó durante horas, durante siglos.

En su ascensión se topó con una ventana que miraba las entrañas de la ciudad; no supo si cerrar sus postigos porque los edificios daban sombra en vez de perspectiva.

Entró en todas las salas y se paró allí donde la emoción se hacía nudo en la garganta o la admiración se volvía necesidad. Pasó largo rato ante un retrato. Era un último retrato. No pudo evitar recordar a Dorian Gray y su afán por preservar la belleza de la juventud. Aquel último retrato era el de una mujer anciana, vieja, encorvada, medio calva; nariz afilada y ojos enterrados en sus cuencas, manos agarrotadas y gesto severo. El pintor lo llamó “Último retrato de mi madre” y ella pensó que la belleza se encuentra con la intención de la mirada. Se emocionó ante aquella elegía. Cuando se apartó de él estaba envuelta en recuerdos y presa de sensaciones. Ya no oía el eco de sus tacones sino el de su corazón.
 Bajó los tres pisos del museo sin poder ver ninguna obra más y sin percatarse de que las mujeres que antes contemplaban a las Magdalenas admiraban ahora voluptuosos cuerpos desnudos, que la pareja se estaba mirando a los ojos con una escultura de hierro entre ellos; y sin percatarse de que aquel hombre la había estado siguiendo desde que sus tacones le advirtieron de la presencia de Diana Cazadora.




lunes, 24 de octubre de 2011

De compras


Imaginen su impaciencia:
Ha ido a comprarse un libro que todavía no se ha publicado
 Hay cierto toque ceremonial; se ha puesto guapa y nerviosa para tal menester. Y es que comprarse un libro supone toda una fiesta. Ya se imaginaba pasando ratos subyugada, riendo sola, mojando las páginas con lágrimas derramadas. Un festín. Pero todavía no se ha publicado.
¿Qué quería leer? Esa Literatura que evoca a Grecia, a la clásica y a la actual, a la de la tragedia. O ésa otra que te obliga a abrigarte soñando en ruso. O ésa que racionaliza magia o la que ella nunca llegará a escribir; la que dibuja imágenes de kimonos pintados a mano en lienzos de seda, o la que habla de granjas sudafricanas donde hay más sufrimiento que hambre. Una historia de amor, unos personajes complejos, unos niños que crecen, unos viejos que mueren...
Pero todavía no se ha publicado. Y el caso es que ya se ha escrito.

domingo, 23 de octubre de 2011

Ni puto caso


Balances y balanceos. Podría ser un nombre puesto a un momento vital, a su momento vital.
Tira de memoria buscando un recoveco amable donde guarecerse de un otoño que deviene nostálgico.
Ha pensado mucho en su intrahistoria y en lo que la espera extramuros; no sabe qué da más miedo.
Está construyendo su personaje y teme que éste la atrape inexorablemente. Debe deshacer el nudo y encontrar una salida de emergencia. Tiene que planear una fuga que sea o no sea fugaz. No puede ser una fuga carcelaria que recorra su submundo, porque se trata de saber caminar entre la luz. Está cogiendo impulso un día que el viento remueve las hojas que ante ella siempre están en blanco. Retos que todavía no están rotos; porque es pasión  lo que palpita dentro de ella misma. Balances y balanceos.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Matemáticas o ciencias exactas.


Uno de los problemas que tienen las mujeres como ella es que no saben nunca qué hacer porque siempre quieren quedar bien. No es que sean tontas, porque saben perfectamente lo que les conviene, pero es que piensan también en los demás. Es un lío.
Ella se llama Equis y nunca supo despejar ni despejarse. Equis siempre tiene problemas y no es de extrañar conociendo su nombre. Un nombre que se cruza con dos trazos, los mismos que la anulan y que la bloquean. Equis hará lo que deba; quizás sea más cómodo así. No es valiente ni prudente pero es como cuando decides meterte por la calle de en medio.
Por algo las mujeres como ella odian las ecuaciones.

domingo, 16 de octubre de 2011

Aguamarinas


Intentar ver el fondo del mar desde un acantilado le produjo un vértigo casi suicida. Pasear circunvalando las rocas de ese acantilado le provocó un mareo antipeninsular. Probar el jugo de una planta salvaje la envenenó; pero no lo suficiente como para mutar en otra, sólo lo justo para cambiar el color de su piel.
Si se pintan los paisajes con el ánimo, hoy tendría que haber dibujado un tríptico y colgarse luego de él.


domingo, 9 de octubre de 2011

Stendhal.


En la oscuridad no se crea mejor. En la oscuridad celebras ver la cola de una estrella fugaz y piensas que será por algo.
A las niñas que se abrigan de rojo les da miedo que caiga la noche y que pese demasiado. Llaman a sus madres, asustadas desde la cama y les piden que se acuesten junto a ellas.
A las chicas que se pintan los labios con carmín les da miedo también que llegue la noche y las encuentre solas. Llaman a cualquier número que sólo es capaz de recordar la memoria del teléfono. También piden que se acuesten junto? a ellas.
A las mujeres que reservan el rojo para ocasiones especiales les aterra la oscuridad que impide que se distingan los colores.

martes, 4 de octubre de 2011

De reproches


Y ahora dime que no soy romántica.

Si sólo quiero que me bese entre líneas, inspirar(me) versos, recorrer(me) como las páginas de ese libro, soñar(me) en la fantasía de las tapas del libro que reposa en su mesita de noche.

Resulta que no podía ser romántica porque anteponía el "yo". Quizás posponiendo el "me", (me) piense diferente.

¿Qué más (me/le) da ya??

domingo, 2 de octubre de 2011

Primera persona, singular


Si supiera jugar con mi emociones. Utilizarlas para crear o para vivir; pero son ellas las causantes de mi parálisis. Los locos siempre culpamos a cualquiera de nuestros males o de nuestras paranoias. Nunca está en nosotros el origen o la culpa o la responsabilidad. Hace tiempo que juego a hacer canciones con mis obsesiones, y hasta eso lo he convertido ya en una obsesión.Me encuentro mal, me siento encerrada, no grito. Sólo rumio. Las mañanas son críticas para un loco, pero no lo son menos los cambios de estación. Aquí el tiempo se ha empeñado en cambiar del todo, ya que ha llegado el verano justo cuando yo he ido a comprarme una boina parisina; es negra y tiene dos plumas. Viajo hasta los años cincuenta con ella puesta y pienso qué tipo de mujer sería entonces. Pienso también qué tipo de hombres habría entonces. Me he comprado también un pañuelo lleno de flecos. Lo he llamado la crin de caballo. He sido muy feliz en el hipódromo y sin haber montado nunca en un caballo. Esta frase me lleva al terreno sexual. He recuperado una activad cuasi olvidada, pero con el cambio de estación también toca cambiar la marcha. Y yo que me alegro. Muy pocas cosas dignas de ser contadas ni novelándolas. La única novedad es que me he descarado cuando no lo han hecho bien y lo he dicho con la sutileza que me caracteriza. Por lo demás, todo como siempre. Huyen de mí. Sigo sin saber cuál es la imagen que proyecto, porque juro que mi locura sólo te la muestro a ti. Y por eso hoy te escribo, y lo hago antes de ponerme a fregar. Cualquier día normal, no fregaría, leería. Pero el cambio de estación me está trastornando. El domingo pasado he lavado el coche. Cualquier día me da por cocinar...
Siempre que me abro me ocurre lo mismo: primero siento bienestar por poder mostrarme cómo soy, pero luego me siento fatal por eso mismo. Estoy pensando ir al psicólogo. Confío en que si pago pueda obtener un poco de calidad de vida. Lo que no quiero es psicoanálisis; ya me he dicho mi madre que mi forma de ser no gusta. Punto. Axioma que explica todo mi presente. También me ha dicho que me adora. Punto. Exceso de protección y dependencia, cordón umbilical no cortado. Mi padre que dice que no entiende lo que escribo. Punto. Falta de entendimiento, comunicación y aprobación paterna. Qué coño de psicoanálisis. Si ése es el problema de los locos, que nos psicoanalizamos sin parar.
Yo lo que quiero es respirar, dormir y dejar de obsesionarme con todo. Quiero poder relajarme y ser yo. Y me encantaría poder gustar siendo yo y sin que eso provoque víctimas.
Sigo extrañando mucho a mi abuela, aunque no lo escriba ya. Quizá hoy vea nuestras fotos. El otro día abracé a una de sus amigas y fue como abrazarla a ella, tan flaquina. Cómo la echo de menos. Para ella yo era buena, por eso me protegía tanto.
Gracias por el desahogo.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Bellum-i-a.


El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando se es capaz de atacar,se ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca.

Así lo ha dejado escrito Sun Tzu en El Arte de la guerra, un auténtico tratado sobre estrategias. Porque de estrategias va hoy esto y porque de estrategias va siempre todo.

Pongamos el ejemplo de una luchadora de esgrima cuyo destino original era la lucha libre pero que se dejó tentar por las armas. Nuestra protagonista es alta, ágil,fuerte y espigada pero se siente insegura. Sabe que debe utilizar estrategias pero acaba mostrándose en la lucha tal cual es: impulsiva, sensible, obsesiva...Su impaciencia la lleva a perder combates y su frontalidad, lejos de desarmar al rival, le otorga la seguridad de saber cuáles son los puntos débiles donde atacar y cómo será su reacción posterior. Esta protagonista sabe que debería emplear una táctica, tener una estrategia, pero su naturaleza se lo impide, y luchar contra natura es la única batalla perdida. Así que vuelve a empuñar el florete, a cubrirse con la careta y a calzarse las medias sabiendo que el combate estará seguramente perdido, pero ilusionada ante la proximidad de un nuevo combate.

Ganar está muy unido a quererse y nuestra protagonista pierde el siguiente combate. No se acostumbra a las derrotas porque nunca piensa que perderá cuando comienza el duelo. Esta vez no se ha dado cuenta de la estrategia del rival: la ha dejado confiarse, ha adulado su juego antes de la lucha, le ha dado unas alas que luego ha cortado sin piedad dejándola herida.

Su traje blanco, compuesto por pantalón y chaquetilla, empieza a teñirse de rojo. El rival, asustado, le pregunta si no ha usado protección, si no ha tenido esa prudencia. Ella no puede hablar porque la vergüenza se lo impide. Todos pensarán que es una inexperta, una ingenua. Sólo ella sabe que lo que no tiene son estrategias. Que prefiere resultar dañada a fingir ser quién no es.
 Cualquier día la matarán.















lunes, 19 de septiembre de 2011

Posibles confesiones en El Retiro


Nunca le han pedido perdón. Y mira que le duelen las cosas. Ella está harta de hacerlo y de dar la cara para que se la partan. Sabe que no lo hace todo bien y se arrepiente de sus errores y a veces hasta de sus aciertos. Pero nunca nadie le ha pedido perdón. Piensa que si eso sucediese, sería ella la que acabara disculpándose ante el clemente por aquello de la falta de soberbia. Porque para lo que algunos es defecto, se torna virtud para ella. Orgullo, soberbia, vanidad, inconsciencia...Es morena y no quiere ser rubia, pero sí quiere orgullo, soberbia, vanidad, inconsciencia...
Qué rabia le da ser inteligente y ser tan tonta.
Es una cucaracha de Kafka.
Demasiada sensibilidad que acabará matándola. Hiperestesia le dijeron que padecía el amor de Juan Ramón Jiménez, de nombre Zenobia. Ya en el instituto supo de su muerte. Ya en el instituto probó su sufrimiento. Es un problema de las guapas: no pueden ser buenas; nadie se las cree.
Una protagonista más venida aquí y cargada de frustraciones y angustias. Todas llaman a mi puerta, y a todas invito a pasar. Me gusta quererlas y disfruto también lamiendo sus heridas, que son las mías. Alivia un poco. La mujer de hoy se llama Zenobia, pero es una de las mujeres más niñas que han pasado por aquí. Llora porque nadie le pide perdón ni se disculpa con ella. Llora de rabia. Lloran sus ojos negros, avergonzados. Se vuelve pequeña en su arrepentimiento y pierde la fuerza mascándola entre sus dientes. Le preocupa sacar su parte animal porque siempre que lo hace acaba pidiendo perdón; pesa mucho la carga cerebral. Le divierte sacar su parte animal y le encantaría poder decir "que se jodan los feos" aunque luego tenga que pedir perdón.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Disgrace, que no de Coetzee


Ay...
¿Por qué suspiras?
Ay......No pienses que siempre tengo palabras para todo; a veces, sólo tengo sonidos, dolores, angustias...
¿Nunca tienes alegrías?
Ay, claro que hay; pero...
¿Eres más feliz sintiendo así?
¿Me llamas trágica?
No me respondas con una pregunta. Dime, ¿te nutres con tus penas?
Ay...no tengo fuelle. ¿No ves que lo doy todo, que me entrego a fuego?
¿Lo haces para vaciarte?
No sé hacerlo de otra manera...
Eso es mentira: a mí me das lo justo, lo mínimo
Son mis miedos, entiéndeme...soy horrible, no quiero que me veas
Quieres quedarte sola con tus mierdas y machacarte, y ser así un personaje de novela. No digo que te falte entidad, pero a mí me faltan ganas de aguantarte. Prefieres ver porno que hacer el amor conmigo. Prefieres llorar sola a reirte con amigos, prefieres escribirle que hablarme, prefieres encerrarte y luego sales a lucirte...
Lo siento, NO PUEDO EVITARLO. Pero....te quiero.
Mentira.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Vínculo

     
                                                                                   Madi Ju


La precisión de las palabras.

Algunas son realmente elocuentes y consiguen, como el buen poeta, expresar realidades universales aunque sean sentidas por individuos individuales.


El sonido de las palabras.

Algunas abaten con su sonoridad: frustración, abandono, mediocridad...Otras parecen silbar en vez de sonar; son preciosas pero de significado duro: apatía, soledad, éxodo...


La profundidad de las palabras.

Algunas están vacías: casuística, priorizar...


A ella le gustan las bellas y eficaces; por eso vínculo es una de sus favoritas.


Abrió su abanico y pensó que quizás sería más preciso y precioso el lenguaje de los abanicos que el de las palabras. ¿Cómo se podría expresar con un abanico que se establecía un vínculo?


Aquella tarde estaba más cerca del otoño que del verano, pero el calor se empañaba en acompañarlos. Sentados en la terraza de un café miraba ella a los patos del estanque, se fijaba él en los pavos reales. Observaban a los animales, se olvidaban de sí mismos. Otras veces se sentaban en los parques mirando a los niños. Si lograban entender el comportamiento de los otros puede que llegaran a entenderse. Se abanicó con fuerza ella, le molestó a él. Colocó luego el abanico al lado de sus gafas, medio apoyado sobre ellas, como queriendo recostarse o yacer juntos. Con un gesto brusco cogió él las gafas tirando el abanico al suelo. Ella se dio cuenta de lo fácil que era romper un vínculo. Indiferente, se puso él a leer la prensa, sin ni siquiera comentarle los titulares. El abanico yacía ahora en el suelo; el vínculo se había roto. Los patos se habían desbandado y ya no sabía distinguir el sexo de los pavos reales. Soledad ya no era sólo una palabra que silbara; pasaba a engrosar la lista de las que abatían por su sonoridad.



Precisión, sonido, profundidad, belleza y eficacia; requisitos del lenguaje de las palabras y presentes también en el simbólico de su abanico.


Aquella tarde se levantaron para volver a casa y caminaron silenciosos sin volver la vista atrás. El abanico yació para siempre inerte en el suelo; puede que sirviera de juguete picoteado a los pavos reales del parque.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Tacones lejanos


                                                                             Nathalie Doust

Candela Escorzo había oído hablar de la caja torácica y decidió que la suya fuese una caja fuerte. Desde siempre se había sentido fascinada por estos artilugios llegando una vez a contratar los servicios de una en una sucursal bancaria.El día que lo hizo se preparó a conciencia: americana blanca ceñida al cuerpo, falda negra ceñida al alma, tacones lejanos. Se maquilló de manera ligera y recordó a Sharon Stone. Sabía que estaba jugando a las películas, pero era verdad que necesitaba custodiar ciertos recuerdos bajo caja fuerte. Llegó al banco, esperó impaciente su turno para hablar con el director mientras imaginaba que todos aquéllos que estaban delante de ella rogaban por hipotecas, créditos o embargos. Se juró nunca rogar en un banco. Llegó su turno. Se sentó mientras el director la miraba atento y cruzó sus piernas con cierta dificultad; demasiado largas para una silla tan pegada a una mesa. Sin presentarse la comenzó llamando por su nombre, sin saber ella cómo dirigirse a él. Candela habló rápido, fue directa, concisa y se expresó con suma claridad. Le quitó toda la literatura a un acto como aquél que se convirtió en pura matemática de cifras desnudas. La condujo luego por los pasillos del local hasta llegar a una sala acorazada que parecía prometer los tesoros de alibabá. Lejos del cuento, una vez más, se encontró dentro con taquillas aceradas en forma de cajón. Un tanto perpleja le preguntó al director si eso eran las cajas fuertes a lo que él le dijo que sí y que si había algún problema. Candela se quedó callada pensando que sus recuerdos tenían una mayor dimensión. Desilusionada, guardó en la caja un paquete de cigarrillos una vez que se quedó allí sola y salió cabizbaja ante la mirada del director.
No había lugar donde guardar sus recuerdos.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Fondo y forma

                                                                           Michio Yamauchi

Hoy se ha vestido de blanco pese a que como casi siempre lo que le apetecía era negro. Hoy se ha recogido el cabello en un moño a pesar de llegarle hasta la cintura. Hoy ha maquillado sus ojos aunque refulgían chinos. Ha sonreído imparable para no mostrar amargura y casi no ha hablado para no delatarse. En ella los casis son mentira, porque tiene una rotundidad que anula cualquier medianía.
También tiene secretos que se esfuerza en ocultar por lo que a veces los grita dentro de cavidades que luego tapa con esmero. A veces los secretos fosilizan dentro y se endurecen, pero nunca se pudren; sólo pierden vigencia. Hoy en vez de secretos ha contado mentiras que en ella son palabras antónimas.
Hoy tiene motivos para ser feliz y eso no sabe si es un secreto o una mentira.

domingo, 28 de agosto de 2011

28 de diciembre


El broche final a sus vacaciones lo puso una broma.

Y no se trata del fin de las mismas...

A todas las víctimas les iguala su sentido de culpabilidad o responsabilidad al principio y tras el ataque. A la víctima de una broma también le ocurre. Ella se sintió avergonzada por su inocencia o credulidad al mismo tiempo que se sintió vulnerable por haber sido la elegida, la presa fácil.

Y fácil es enlazar el tema de las bromas con el de la venganza porque es instintivo tras una. Pocas novelas lo hacen porque los conflictos no suelen presentarse en formato broma. Restaría entidad, por ejemplo, a las tragedias griegas: ¿el Oráculo de Delfos bromeando sobre el parricidio y el incesto?

O desharía la tensión de cualquier novela negra: sabemos que el que quiere matar, mata; no bromea.

En una romántica nos parecería igual de cruel: el engaño cabe y da enjundia, la broma sobra por soez. Digamos que engañar es poético, mentir es inteligente y bromear puede llegar a ser demasiado cruel, porque al lector le gusta sentirse de todo menos estafado. Solucionar un conflicto con la respuesta no acertada de “era broma” es como hacerlo con “...y al final sonó el despertador y se dio cuenta de que todo era un sueño”. Soluciones fáciles que a nadie convencen.

Hace ya tiempo que sabe que su vida no es una novela y tampoco ella un personaje. Hace ya tiempo que en su vida no hay poesía; así que no debería extrañarse de ser la víctima de una broma. Parece una palabra pequeña, esa de broma, pero entraña otras de las grandes: manipulación, burla, crueldad, vacío, desazón...Porque una vez asimilada la farsa, toca reponerse del susto y una vez repuesta del susto, toca levantarse otra vez.

Tras haber sufrido una broma pesada no se ha resquebrajado su sentido del humor, si acaso un poco sus nervios. Lo mismo le habría pasado al padre de Edipo si tras ordenar su muerte se entera de que el Oráculo de Delfos bromeaba, o a la víctima que desespera en una cabaña oculta en el bosque si tras horas de suspense entra el asesino sonriendo y diciéndole que todo era broma.

Bromas y literatura no casan definitivamente.

lunes, 22 de agosto de 2011

Misivas


Está paralizada de sensaciones para arriba. Está dominada de impulsos hacia abajo. Está siendo acosada por ella misma y sigue queriendo escribir para él.
No es correspondencia en ninguno de los sentidos. Son palabras disparadas a hacer diana en él. Se prepara para una nueva carga; lo hace sin ducharse, tras haberse dado un baño de mar. La piel tirante y seca le recuerda la coraza escamada del animal. La sal que cubre las pestañas y las engorda  le recuerda que acabará tragando agua de mar y es entonces cuando teme desnudarse, porque intuye que acabará convirtiéndose en estatua de sal ante la sola visión de su cuerpo desnudo.

Quizás no esté preparada para escribirle ahora y tal vez no lo haya estado nunca.

domingo, 14 de agosto de 2011

Un esteta...

                                                                                         Madi Ju

Sarisue mira la cama deshecha y todavía maloliente. Lo que empezó siendo sexo divertido acabó convirtiéndose en escatología de muy bajo nivel. Se entretiene mirando las manchas de las sábanas y esperando que todos los espermatozoides se hayan muerto allí; recuerda a los peces varados.
Se maltrata pensando en futuros abortos ahora que estaba pensando en futuros hijos.
Sabe que puta no es una palabra que la defina, ni golfa, ni zorra. Lo de ella es peor. Busca castigarse eternamente a través de polvos mediocres y de hombres siniestros. Cree que es lo que se merece por haber tenido una triste historia sexual: inicios forzados, aparente frigidez, imposibilidad de un orgasmo en compañía, cesión a las posturas demandadas y soledad con un hombre encima. Resignación sexual acompañada de sumisión.
Curiosamente ha topado con un tipo que le dice que lo hace bien. Sabe que miente y que sólo busca que ella siga, que no se pare. También le dice que es su chica favorita; sabe que miente porque tiene novia. Le dice también que es preciosa; puede que ahí diga la verdad. Una pena que él no sea un esteta y que sea sólo un desgraciado más.

sábado, 13 de agosto de 2011

Blanco

No es la cara del olvido, es la cara del desconcierto, de la no ubicación, del temor. Una angustia imposible de ocultar, unas palabras que no salen y unos recuerdos que no llegan. Miradas sobre ella y también sobre él. Una niña me dice que le tiene miedo, que sabe que está enferma pero que le da miedo; me pregunta qué enfermedad tiene y yo le digo: -es cansancio; no como el nuestro de cuando estamos cansadas, porque en ella es una enfermedad. No le digo que a mí también me da miedo; no ella, sino su enfermedad. No es la primera vez que veo la mirada del olvido confundida con el temor y con la búsqueda, pero aquellos ojos que me buscaban, me encontraban. Hoy he visto unos ojos perdidos entre una multitud alegre que festeja el encuentro, y me ha dado tanta pena porque sé que mientras que los demás celebran, ella padece...y él. He recordado a mi abuela. Igual de sola que ella pero con nosotras. Espero que nunca  se sintiese perdida, desubicada, fuera de su casa, lejos de nosotras...He visto la incompresión y el miedo en los demás, mientras el amor y la entrega en él...y en mi madre. LLoro escribiendo esto, salpicando de verdad un relato de no ficción; pero me ahoga dentro, porque he jugado a hacerme la fuerte, sonrisa permanente ante la mirada confundida. En un intento por dar paz, calidez y casa. LLoro porque me pesa la angustia de ella y de él.

Palabras sentidas

lunes, 8 de agosto de 2011

Game over


                    Cristina Borobia

En la sala de las puertas cerradas hay una que se abre con gran facilidad. Ella entra sin dudar con la ansiedad de una Alicia atravesando el espejo. Un abismo se abre a sus pies. Ha entrado en el mundo del deseo. Tras ella se cierra la puerta ; se queda encerrada en un túnel con forma de espiral. Sabe que allí dentro no serán las cosas siempre como ella quiera. Se convertirá en objeto de deseo en algunos tramos, mientras que en otros ansiará aquellos frutos que cuelgan de las ramas más altas; pasará hambre y sed que no será peor que el frío y el calor. Se sentirá febril durante todo el recorrido. Sufrirá porque le gustan las cosas que duelen y por ser tan necia de saberlo y aun así empeñarse.Se angustiará también al intuír el final del camino y en aquellos tramos donde no vea nada. Tendrá que aprender a transitar con orgullo porque cada vez que lo pierde se acumulan puntos a su rabia acumulada. Deberá aprender también a disimular, a esquivar y a no dejarse llevar; pero le será muy difícil porque está en el mundo del deseo y se siente además sola.

sábado, 6 de agosto de 2011

Drame


Una niña que lleva un abrigo rojo se esconde en su habitación y lejos de taparse los oídos, permanece atenta a la discusión que en la cocina chillan los padres.
Paralizada sobre la cama, es consciente de cómo se va contracturando su cuello con cada grito. No pestañea; casi no respira. Parece un animal alerta. Fija la mirada en un punto y su cara es tan seria...
No se quita su abrigo rojo.
En la cocina oye su nombre en la boca de su madre; no la llama, sólo la utiliza para atacarle y para protegerla. Oye gritar también vicios, reproches, insultos; gritar llanto, portazos...
Ella no se quita su abrigo rojo.
Se han separado. Él en un cuarto, ella encerrada en el baño. Él dice: amargada, cago en dios...Ella llora.
La niña siente vértigo en la barriga.
 Vomita sobre su abrigo rojo.
Sólo ha vomitado la comida; todo lo demás se queda dentro.



jueves, 4 de agosto de 2011

Köala


Eva Solah es una mujer valiente, muy valiente. Se ha lanzado a una maternidad en solitario y llena de incógnitas. Se ha inseminado; bueno, la han inseminado. Eva Solah ha tenido suerte porque su embarazo no ha sido gemelar. Después de haber parido, tiempo después, dicen que dijo que no le habría importado que lo fuera. Eva tiene las ideas claras, se fija un objetivo y lo consigue.
Nace un niño, Uno Solah. Eva piensa que se parece a ella pero a medida que pasan los días, los meses, va descubriendo que sólo se parece a ella en sus manías. A Eva le encanta Uno. Y Eva se enamora de la fantasía del padre de Uno:
De nombre Sergei y de profesión estibador en un puerto, decide.
Su hijo es bruto y fuerte, increíblemente rubio y con un simpático hoyito en el mentón. Con corta edad ya parecía gimnasta olímpico. Su hijo es dulce por las noches, cuando Eva está más cansada. Es rápido de reflejos y no muy hablador. Sorprende que es un niño con caída de ojos; cierra y abre los ojos con lentitud, como si pesaran mucho sus largas pestañas. A Uno le encanta la música, y siempre la baila.
Cuando Eva Solah descubre lo poco que su hijo se parece a ella, es cuando comienza a fantasear con su padre. Sabe que no debe hacerlo, porque Uno no tiene padre, y ella no debe transmitirle nostalgias, y menos, las suyas. Pero Eva no puede evitar pensar en Sergei e incluso pensar en buscarlo. A veces sueña que es él quien la busca a ella y a su hijo; y por eso, Eva pasea por el muelle a diario con Uno. Ven llegar barcos y buques y cómo son descargados. Se sientan en un banco a merendar y entonces Uno pregunta:
-Eva, a quién esperas
-La caída del sol, Uno...
Todos los días repiten paseo y repiten diálogo.
Un día de lluvia paseaban sin paraguas. La lluvia los empujaba a correr. Un grupo de hombres se divertían mirándolos. La lluvia tan intensa impedía a Eva verlos bien, pero creyó ver a Sergei entre ellos. Los llamaron  y Uno tomó a su madre fuerte de la mano para dirigirse hacia ellos. Cuando estaban llegando Uno le dijo:
-Eva, ha llegado
-¿quién, Uno?
-El sol, mamá...

Como si de un milagro evangélico se tratara, las nubes negras se abrieron dando paso a unos potentes rayos de sol que volvieron a cegarla momentáneamente. Cuando por fin pudo ver, los hombres ya no estaban. Eva y Uno volvían a estar solos. Se sentaron a merendar mirando fijamente la línea del horizonte y sin decirse nada, esperando como cada tarde la puesta de sol.

domingo, 31 de julio de 2011

Guapas


             Yang Fudong


Ava Urdaiz es una protagonista que llama a los secundarios para informarles de las verdaderas causas por las que ha conseguido el papel.
Siendo ella, como es, mujer guapa, sorprende que considere ella, que considera, que la hermosura no es lo que más sobresale en ella o de ella. Conseguir el papel sólo por guapa ha provocado que cediendo a sus principios conquistadores, desee un papel secundario pero feliz. Renuncia a ser la protagonista de la película de su vida.

Cuando Sinosuke se enteró de que aquel hombre sólo la deseaba por guapa, lejos de sentirse halagada, se sintió humillada. Si nos hacen sentir especiales es porque descubren en nosotros algo que no sabíamos que teníamos. Si sólo redundan en lo evidente, nos convierten en monotonía crónica. Cuando Sinosuke se va con un hombre es para sentirse especial, porque guapa ya sabe que es. Los hombres que elige Sinosuke son una mierda de hombres.

Ava Urdaiz y Sinosuke podrían liarse para dar gusto al placer estético de muchos, pero deciden aliarse para empezar a gustarse a sí mismas. Descubren que su belleza es sólo luz  y  oscuridad. Sol y sombra que se beben los demás.

domingo, 24 de julio de 2011

Bad romance


                                                                           Steven Meisel

Vamos a vivir un romance de verano. Espero que ninguno de nosotros pretenda continuarlo hasta el invierno, porque entonces no podría ser romance, sería ya toda una aventura. Porque estas historias tienen sus peligros y son vividas sólo por los más intrépidos.

Como ella; valiente para los romances pero cobarde para el amor. Todos los veranos se embarcaba conociendo perfectamente la hoja de ruta, su principio y final. Y había aprendido a conocer las mareas, a anticipar tormentas, a tratar los mareos, a vestirse con el traje de capitán...

Sabía que algunos paseos podían convertirse en travesías y que convenía llevar siempre chalecos salvavidas, crema solar y la cabeza cubierta.

Hubo un verano en el que no tomó esas precauciones y las consecuencias fueron nefastas. Todo el invierno mudando la piel que fue abrasada de tanto calor, la primavera anticipando un verano lleno de recuerdos y el verano cargado de nostalgias de lo que no pudo ser. De ahí la importancia de prevenir y de prevenirse.

Y es que los romances de verano eligen a personas como tú que acabarás atrapado en la telaraña de la ilusión y viviendo de los espejismos de la realidad. Que te nutres de la intensidad de lo efímero y que te alimentas con la novedad.

Ella que está escribiendo esto y tú que lo estás leyendo os encontraréis casualmente en algún concierto, apoyados en la barra esperando a que os atiendan. Os miraréis y sonreiréis y la canción que suene, será vuestra canción de este verano; la que escuchada en el invierno provoque una cálida sonrisa. Creeréis durante esos días en la media naranja, en el amor eterno, en la mujer de tu vida...y nosotros aguardaremos durante estas semanas para conocer el final de vuestra historia. A mí me interesará especialmente la despedida porque ya sé lo que ocurrirá durante los días; pero esa despedida creyendo dejar pasar algo único y especial contiene un dramatismo y una inocencia dignos de novelar. En la estación ya avisan de la salida del tren; besos apurados cargados de intención, alguna furtiva lágrima, promesas de última hora y el tiempo que inclemente, no se detiene..

miércoles, 20 de julio de 2011

El lago de los cisnes




Me dirigí al auditorio llena de nervios. Hoy eran las pruebas para ingresar en la Compañía Nacional de Danza. El moño se me deshacía al correr, y el sudor empezaba a empapar mi camiseta. Me había excedido al hacer la bolsa: demasiados pares de zapatillas, demasiadas pinturas en el neceser, demasiados paquetes de cigarrillos...Eché a correr por la avenida obviando el sudor, había camisetas de repuesto en mi bolsa. No quería depender ni de coche, ni de autobuses, metro o tranvías. Hoy mi cuerpo lo era todo. Por el camino fui ideando coreografías con las canciones que salían de mi ipod. Suponía que me harían improvisar; mi especialidad. Iba confiada, pero también aterrada. Temía a las demás bailarinas y también me asustaba el nuevo director. Había dicho en prensa que buscaba bailarines versátiles, ni sólo clásicos, ni sólo contemporáneos, que tuviesen una buena formación y que deseasen experimentar con nuevos coreógrafos. Había dicho también que entendía los nervios que podíamos tener. Había algo en él que no me gustaba. Su envaramiento no era el normal de los bailarines; era la altivez del cargo asumido. Su aparente timidez no me resultaba creíble, pura pose de primera bailarina. Llegué al auditorio una hora antes. Medio millar de moños se agolpaban en las puertas. Comencé a ver caras conocidas. Compañeras de barras y vestuarios y de cientos de pruebas. No era momento de cortesías, sólo concentración. Subimos por la escalinata a una de las salas donde apresuradas cogíamos un sitio donde estirar y terminar de arreglarnos. Tuve que volver a hacerme el moño; recogí el pelo en una trenza con forma de espiga que enrollé tres veces. Me puse un moño alto, ni muy clásica ni muy contemporánea. Los ojos los marqué con raya negra y con un poco de laca fijé mis cejas rebeldes. No escondí mis pecas pero sí marqué los pómulos con un poco de colorete. Les di también cierto rubor a mis labios. Malla negra de licra con la espalda descubierta, medias también negras con costura trasera que me llevó un buen rato colocar recorriendo mis piernas, zapatillas viejas.
Entrábamos de diez en diez. Estiré hasta que llegó mi turno, me puse en puntas y noté cómo una de las heridas de mis pies empezaba a sangrar. Entré en la sala. Allí estaba el nuevo director y sus asistentes, todas mujeres. Reconocí a alguna profesora del conservatorio. La primera prueba fue con el piano. Nos marcaron unos pasos. Técnica pura. No sé qué harían porque sólo miraba mi reflejo del espejo y la mancha de sangre que estaba empezando a calar las zapatillas. Terminada la prueba y casi sin transición llegó la improvisación; no pude evitar sonreír al empezar a oír la música; me encantaba. Noté una mirada reprobatoria del director y ahí me empecé a hundir. Entró en mí la inseguridad, llegué a pensar que me iba a echar de la sala. Comencé a bailar y a transmitir mi ansiedad. La música finalizó y nos mandaron salir dándonos las gracias. Había que esperar hasta el final de la mañana para saber quiénes serían los cinco admitidos. Cuando atravesaba el umbral de la puerta oí decir: -limpien esa mancha de sangre del parquet. Miré mis pies creyéndolos ensangrentados y lo que vi al bajar la mirada es que toda yo estaba abierta en canal. No era la primera vez que me pasaba cuando me entregaba. Abierta en dos mitades, recogí mi bolsa para irme sabiendo que no había sitio para mí en una compañía que busca máquinas.

No me equivoqué.

lunes, 18 de julio de 2011

Cirques

                                                                                                   Julia Garmond

Montar una noria requería del trabajo de unos cuantos obreros. Se pasó un buen rato mirándolos reafirmándose en su postura de pies pegados al suelo. Los coches de choque también tenían su dificultad, aunque lo que más llamaba su atención eran los altavoces que irrigarían la música que te haría desear chocar. Más de una docena de autocaravanas acampaban creando una barriada de hierros, color, basura y vida nómada en un sedentarismo artificial. Pasó un rato buscando niños, hijos de feria en un mundo de adultos. No vio ninguno. Faltaba la magia del circo, que es poesía al lado de las ferias que son pura prosa.
Salió de pronto, de una caravana, una mujer en altos tacones. Era rubia, muy delgada y espigada, de aspecto balcánico. Sus músculos marcados brillaban con la luz del sol y el tatuaje que rodeaba su brazo parecía no dar más de sí para abarcarlo. Los hombres no parecieron reaccionar inmediatamente, pero sí que notó que imprimieron un ritmo más rápido de trabajo. Ella no les dirigió la palabra. Se acercó a los coches de choque y corrigió la dirección de la banderita de algunos de ellos. Prosiguió su camino sin mirar atrás. LLegó hasta otra atracción que todavía no era más que piezas desligadas, apiladas unas sobre otras. Las rodeó dos veces, como en ritual, y antes de comenzar una tercera vuelta, un grupo de mozos ya había comenzado a cargarlas para iniciar la construcción. Inmutable, siguió la ronda. Su paso era firme, no dudaba sobre aquellos altísimos tacones. Se dirigió a la misma caravana de la que había salido y entró cerrando la puerta. Los hombres siguieron con el trabajo aminorando el ritmo pero sin decirse nada. El efecto provocado por la rubia balcánica fue sutil pero implacable. Volvió a abrirse la puerta de la caravana y de ella comenzaron a salir pequeños rubios, niños y niñas en fila, ordenados como por estaturas, silenciosos, controlados. Se apiñaron entorno a un árbol de aspecto centenario y formaron un corro alrededor de su tronco. Agarrados de las manos comenzaron a girar cada vuelta más rápido, hasta adquirir una velocidad endemoniada. Ninguno de ellos se soltaba. La rubia balcánica se asomó a la puerta de la caravana otra vez y entonces ellos frenaron en seco. Ordenados, silenciosos y mareados volvieron a casa.
Parecía tener ritmo, métrica, cadencia, rima y muchas metáforas después de todo aquella feria.

domingo, 17 de julio de 2011

No cerramos por vacaciones...

                                                                          Kanako Sasaki

He soñado que me enrollaba con Antonio Banderas, que no era actor, sino bailarín clásico con una estupenda cabellera y cuerpazo flexible (estaba buenísimo, no sé porqué le atribuí esa identidad). Me llevaba a comer a un pueblo pesquero y ahí terminaba el sueño dando paso a la pesadilla. Yo tenía que acabar yéndome porque decubría una especie de engaño por su parte. LLegaba a casa, creo que borracha, y me acostaba. Cuál no sería mi sorpresa al darme cuenta al levantarme de que me faltaban mis dos coches¿?. Recuerdo que el coche había tomado bastante protagonismo en una primera parte del sueño, en el viaje hasta el pueblín, disfrutando de unas vistas nocturnas llenas de edificios  iluminados y de cráteres de volcanes en erupción (visto todo ello desde la lejana perspectiva, precioso)...Me habían robado, y no sólo un coche sino dos. Llamaba a la policía tras unos momentos interminables de no saber el número, y no me hacían mucho caso. Pasado poco tiempo, aparecía Antonio con su compinche y ahí la cosa se tornó violenta...despierta!!!
Parecen perseguirme animales muertos este verano. Tras la paloma de la paz han sido muchas las que he visto muertas o agonizantes en carreteras secundarias, principales o de mala muerte. Gatos, gatinos, puercoespines, aves varias. Me pregunto si ellos también saben que se acercan catástrofes. Vi un potro corriendo por una autovía. Corría huyendo de esta civilización que no aprende del pasado. Mi perro mató a un gato ayer, recordándome nuestros instintos más primarios y lo difícil que lo tienen algunos para sobrevivir.
 Con este panorama me da reparo hasta utilizar insecticidas.

sábado, 16 de julio de 2011

Irene


Gracias mamá, por cortarme unas alas que me hacen conocer el infierno.
Gracias mamá, por parirme sola
Gracias por encantarte todo lo que no te gusta de mí
Y por darme tierra que huele a ella
Gracias por cobijarme en la sombra
y porque crezcan en mí historias que nunca me aburren
Gracias por darme horizonte
y raíces que se aferran al sentimiento.
Gracias por nuestras soledades
llenas de almohadas empapadas,
por recoger mis furtivas lágrimas
y tocar todos los instrumentos de esta banda sinfónica.
Gracias mamá, por tu lecho de quimeras
por tus risas inocentes
por tus broncas preocupadas.
Por tus ojos chinos que me miran de verdad
y por tus manos calientes que calman mi piel.
Gracias mamá, por hacer que mi corazón chille callado
y por lanzarme a correr maratones asmáticas.
Por obligarme a mirar las lunas llenas
y explicarme que vivimos en los eclipses.
Gracias por no leer lo que me descubre
y por esconderte a escribir diarios secretos a la vista, no a mi mano.
Gracias por ser buena como ella
y por empujame a que la quiera más que a nadie.
Gracias por no darme hermanos
y por aguantar que todavía los quiera...
Por ese helado que comimos hoy
mientras juntas seguimos solas.
Por la lucha, por el amor, por las cuestiones
por mi abuela
por su casa
por tus huesos casi rotos de sostenernos
y por tu alma que lo llena todo, de amor, de paz, de madre...