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sábado, 25 de agosto de 2012

Deriva continental


La idea de algo creciendo dentro hace que sienta la vida palpitante...ella que siempre habló de la vida como si de un tercero se tratara. Da igual ese algo: una idea que bulle en la cabeza, un tumor que crece en el estómago, una bacteria que se instala en tu interior o una vida que comienza dentro de ti.
Ser consciente de su capacidad para albergar la humanizó y la puso en contacto con la parte más prosaica de la vida. Ella que hasta ese momento pensaba que sólo acogía entrañas llenas de nervios y sentimientos y que eso era lo peor que le podía pasar. Estar llena de algo que tiene su propio movimiento y que sientes cada vez que se mueve hace que se sienta recipiente; continente a la deriva.

viernes, 24 de agosto de 2012

Otro 24 de agosto.

Mona Lisa

                                                                                                                  Yasumasa Morimura.


Es su cumpleaños y no recibe llamadas de quienes la quieren sino que van apareciendo cartas escritas por aquellos que la habían dejado de llamar.
La primera apareció de madrugada, por aquello de los hemisferios, conos o polos. Ella leía el último de Murakami mientras pensaba en el oficio de escritor y en la importancia del traductor. Sopló un leve suspiro de aire bajo la puerta y apareció la carta. Era de un argentino al que la unió un romance de verano. Ella pensó de forma atemporal o "aestacional" y él migró como esas aves que siempre vuelan buscando veranos. En la carta la llamaba ingenua; le decía que vivía idealizando las realidades y que por muchos cumpleaños que pasaran seguiría siendo una niña. Ella arrugó el papel e hizo canasta con él en el cubo de la basura.
Se acostó y al despertarse su cama estaba cubierta por un manto de folios. Eran más cartas. Reconoció la letra de una que fuera amiga a la que conoció estudiando y que gracias a esa letra grande y legible pudo copiar en un examen. No se conocían más que de vista y aquel día se sentó delante de ella en el aula de exámenes. Quería conocerla y por eso la dejó copiar. En la carta le reprochaba su falta de reciprocidad. Desdeñó la carta como desdeñaba también la idea de "te doy en la misma medida que me das". Con lo bonito que sonaba Quid pro quo...y lo poco que creía ya en ello.
Casi todas eran de antiguos amigos o amores extintos y se repetía la misma idea; no sabía mantener ni corresponder.
Buscó entre aquel lío de papel la carta de su abuela; la única en la que no habría reproches ni falta de comprensión. Era el tercer cumpleaños sin ella que se fue un invierno. Buscó y buscó tirando todo aquel amasijo de papeles carentes de verdad. No estaba. Recordó que no escribía, ni hablaba...sólo la miraba y se aferraba a su mano. Deseó sentir ese tacto, esa piel, su olor...pero sólo se vio envuelta por las palabras de quienes la habían dejado de llamar.
Tiene la certeza de que sobran las palabras.

domingo, 12 de agosto de 2012

Jamais.


Ha decidido dejar de ser una de esas mujeres que lloran haciendo el amor. Sinosuke debe conocer su turgencia, saber de su sensualidad y disfrutar de todo ello mientras abraza y es abrazada sobre él. Nunca más se dejará aplastar por un cuerpo. Ha llegado el momento de zanjar las ficciones y los disimulos. No queriendo  mostrar su vulnerabilidad se iba haciendo cada vez más vulnerable; hacer el amor no es dañarse, no es herirse, no es vengarse...

miércoles, 8 de agosto de 2012

Profundas penetraciones.


He oído que muchas mujeres lloran haciendo el amor.
Sinosuke lo había hecho siempre; unas veces por dolor, otras por decepción, recuerdos, frustraciones inseguridades...alguna vez lo hacía desbordada por las emociones o descontrolada por el miedo. También llegó a utilizar las lágrimas como excusa para parar...
Ayer lloró porque notó que él estaba tocando un lugar al que nadie accedía: su interior.

sábado, 4 de agosto de 2012

Hundir la flota.

No levanto la mirada porque quiero disimular que vuelvo a ser amante.
Hundo mi mano en el engaño de mi cuerpo intentando sacarme un corazón que se conforma con palabras.
Consuelo las ausencias de mi piel con perfumes y maquillo mis labios rojos sustituyendo el beso no dado.
Ahogo los dedos en el líquido ora amargo ora dulce que mana de mí y que le recuerda...
Recuerdos que son rémoras cuando estoy sola que es siempre; incluso cuando él dice estar cerca o pegado a mí.
Salgo a la calle y me apetece pedir besos que hablen cuando sean dados; que digan: me da igual a quién besar pero quítame esta ansiedad...
Vuelvo a la casa a desnudarme, a bajar la mirada y a hundir las manos en lo que me queda de él: mi cuerpo.

viernes, 3 de agosto de 2012

Todavía siento tu caricia dentro de mí.

Me encanta cómo sientes.


                                                                     Nathalie Daoust.