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sábado, 13 de agosto de 2011

Blanco

No es la cara del olvido, es la cara del desconcierto, de la no ubicación, del temor. Una angustia imposible de ocultar, unas palabras que no salen y unos recuerdos que no llegan. Miradas sobre ella y también sobre él. Una niña me dice que le tiene miedo, que sabe que está enferma pero que le da miedo; me pregunta qué enfermedad tiene y yo le digo: -es cansancio; no como el nuestro de cuando estamos cansadas, porque en ella es una enfermedad. No le digo que a mí también me da miedo; no ella, sino su enfermedad. No es la primera vez que veo la mirada del olvido confundida con el temor y con la búsqueda, pero aquellos ojos que me buscaban, me encontraban. Hoy he visto unos ojos perdidos entre una multitud alegre que festeja el encuentro, y me ha dado tanta pena porque sé que mientras que los demás celebran, ella padece...y él. He recordado a mi abuela. Igual de sola que ella pero con nosotras. Espero que nunca  se sintiese perdida, desubicada, fuera de su casa, lejos de nosotras...He visto la incompresión y el miedo en los demás, mientras el amor y la entrega en él...y en mi madre. LLoro escribiendo esto, salpicando de verdad un relato de no ficción; pero me ahoga dentro, porque he jugado a hacerme la fuerte, sonrisa permanente ante la mirada confundida. En un intento por dar paz, calidez y casa. LLoro porque me pesa la angustia de ella y de él.

Palabras sentidas

2 comentarios:

Salomé dijo...

Hay que sangrar por algún sitio. Y la angustia sólo puede salir por los ojos.

Encantada de conocerte,
Salomé.

sara dijo...

Muchas gracias e igualmente, Salomé.