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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Pequeñeces


Quiero hablaros de lo que pasa cuando los nombres se convierten en diminutivos y las personas se convierten pequeñas. Sé de un caso, una mujer. Ella se llama Sara. Cuando a Sara la llamaban Sarita, había un punto de picardía en quien se lo llamaba, y en cómo la percibían. Podía tratarse también de cierta ironía en el nombrarla, pero el Sarita era siempre divertido.

Sari, era el nombre de las amigas.

Sarina es la clave y de lo que quiero hablaros. Ese nombre se reservaba a la familia, por lo que era el nombre del querer. Ella tenía hasta hace bien poco una teoría con respecto a los hombres y su forma de nombrarla. Teniendo en cuenta que el primer impacto que les producía era el de distancia, pocos fueron los atrevidos a minimizar su nombre. Cuando alguno osaba a llamarla Sarina, creía ella que ése estaba rendido (ya que era el nombre del querer o de los quereres). Aguantó tiempo con la teoría llegando a elevarla a la categoría de dogma. Y como suele ocurrir, un día se fue todo a la mierda.

Sara conoció a Alguien, y Alguien pareció caer a sus pies. Tras una serie de confesiones en el lecho (pueden ser las más auténticas o las más perversas) y tras una sesión de sexo oral unilateral, él acariciándola la llamó Sarina. Todas sus alarmas saltaron, creyó que Alguien se había quedado prendado. Pasaron los días, los meses y ese tal Alguien parecía haberse esfumado. Hizo por encontrarse y se dio cuenta de que faltaba calle para que Alguien corriera huyendo de ella. Cierto día, pasado un tiempo prudencial, se lo encontró sin darse ella cuenta. Sacaba libros del coche intentando no perder su equilibrio corporal y entonces lo oyó: Sarina. Ahí se fue el dogma, la teoría y el orgullo a la mierda. Sonó condescendiente. Horrible. Sonó incluso a falta de respeto. Mancilló su nombre diminutivo y con él la hizo pequeña. No pudo siquiera decirle adiós, ni vete a la misma mierda donde habitan las teorías.

No pudo más que pensar que nunca más hará sexo oral unilateral.


6 comentarios:

Gerònima dijo...

Molt bo Sara!

Noelplebeyo dijo...

para usar diminutivos, hay que ser muy grande en confianza

Ina dijo...

Ah, palabras como armas.
Muy bien Sarina, muy bien xD

Bird dijo...

El escrito paso de una sensación a otra, y eso me agrada al leer, yo me enamoro de tus personajes, no sé por qué.
Pasó del cariño, amor, a la sensualidad, la sensación de indiferencia al enojo, y al parecer hay algo de decepción también. Me gusta tu manera de escribir. No te canses de hacerlo.

FOLIE dijo...

anda ya! Sara le dio el poder a Alguien de que le ensuciara su diminutivo... y todos sabemos que Alguien no es Nadie para hacer eso... Así que creo que Sara debe recoger su palabra de la boca de quien no la supo usar, limpiarla un poquino y volver a hacerla suya y querible.
un besu!!

Anónimo dijo...

No sé qué dicen Sarita. sólo te escucho a ti. Dime.
Nadie.