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jueves, 20 de enero de 2011

Átame



Si la dictadura de los sentidos dominaba sus impulsos comprendía que debía exiliarse a otro cuerpo donde el regente no se dejara dominar por su pasión.
“-Es fácil que se nos vaya de las manos este juego”, le decía arrodillado.
Ella, como el dictador, no sabía cuándo el juego perdía la gracia, o cuándo dejaba de divertirle.
Dominar cobró sentido para ella como la venganza que se disfraza de justicia. Muchos eran los que suplicaban sufrirla. ¿Qué tenía? ¿Qué hacía que imploraran sus golpes más violentos? No le interesaban aquéllos que se querían redimir. Bajo su desamparo sólo quería a aquéllos que la elevaran a una altura donde le fuera imposible atisbar el barro en el que tantas veces hubo de luchar. Se había convertido en una salvaje cegada por el odio. Alimentaba a todos los sumisos que en su puerta hacían cola de la esperanza de pasar hambre. Consagraba su existencia a hacer crecer su poder y anhelaba un mundo mayor donde poder clavar más lindes.
-“Déjate llevar, cariño. Lo hacemos para divertirnos...” le dijo clavándole el tacón en el pecho.
-”Estoy preparado; empieza cuando gustes”
-”Lo haré cuando quiera, pedazo de mierda”
Le tapó los ojos con la misma venda que oprimía su estómago, y mientras él consumía su tiempo tumbado en aquella tosca estera, ella abrió un periódico donde leyó la caída de una dictadura lejana.
No pudo más que congratularse en tremenda paradoja por sentirse miembro de una especie en extinción aunque no por ello poco poblada.
“_¿Qué haces?
-”Leer”
-Compártelo conmigo, por favor.
-Nunca ¿Cómo un sumiso como tú osa optar a la lectura?
Él se calló porque la venda tapó también su boca.


No era la primera vez que le pedían que les leyera algo durante las sesiones. Incluso alguno llegó sacar algún libro en la sala; creyó verle la Filosofía del tocador a un joven aspirante a actor en su bolsa. También el viejo profesor la sorprendió con La crucifixión rosa de Miller un día nada más entrar. Ante esos casos, debía ser implacable. Nada de libros. Nada de lecturas. Cualquier amateur de la dominación lo sabe. Aquí no se viene, aquí se ve uno obligado a venir.
Túnez sólo le gustaba para vivir una pasión turca o una pasión tunecina, lo mismo daba.
Ella vivía lejos de allí, en una sociedad que a priori nada tenía que ver con aquéllas donde dictadores, amigos y amantes campaban a sus anchas. Vivía lejos de lugares donde “cultura” es pecado, donde “mujer” es demonio, donde “moneda” es paraíso, donde se limpian con esmero altares y donde “libertad” es quimera.
Vivía alejada de todo aquello, pero vivía en una casa al que iba todo aquél que mirando las páginas de contactos del periódico la había encontrado bajo su nombre artístico: Ama Profesional.


El juego de la perversión frente a la perversa realidad.


5 comentarios:

José Luis Moreno-Ruiz dijo...

Aguda. Sigo pensando en tu prosa como un florete.
¿Has publicado?
JL

Marie dijo...

Esta entrada ME PONE.

He dicho.

Clara dijo...

A mi me gusta mucho, lo q no te se decir es si es a propiado para esa publicacion en particular.Ellos te diran, me imagino. Pero muy potente, si señora.

Sara dijo...

José Luis, vuelvo a sentir tus palabras como un halago que te agradezco mucho.
Este texto tiene la intención para ser publicado.

Mariette, no sé si la respuesta a tu comentario puede ser "gracias", pero eso, muchas gracias.

Anónimo dijo...

http://almademaiko.blogspot.com/2011/01/sello-de-calidad.html
porque leerte es aprender