No sabría decir si lo que tuvo fue suerte o siguió con el infortunio. No topó con quien quererse ir a la cama. Prefirió seguir las huellas de su saliba sobre la botella que comerse la saliba de quien no sabe a nada. Volvía ebria, triste y sola. Perdía todos sus equilibrios. Le apetecía llorar mientras a punto estaba de caerse; reía mientras pensaba en que la loba regresaba hambrienta y con el rabo entre las piernas. Le encantaba ser una perdedora porque era lo que quería ser. Un personaje de novela más cercano a Naoko, Karenina, Electra o Briony que a Bridget Jones. Una lectora de novelas que te pegan tal hostia que te quitan las ganas de salir a buscar presas porque te hacen entender que tú estás presa; presa de tus emociones. Musa de sus propios relatos que llenan los vacíos. Heroina de ficciones dramáticas y villana en los cuentos de navidad. Víctima de verdugos inarmes, asesina de ilusiones ajenas.
No volvió ni jodida ni contenta la pobre princesa japonesa.
2 comentarios:
Creo que tuvo el infortunio de no encontrar pareja para la noche, pero la suerte de poder elegir. No valoramos lo suficiente esa suerte. En este mundo redondo y achatado por los polos, muy pocos tenemos esas suertes. Valoremoslo.
lo malo de leer entradas a destiempo es que se pierde toda la intriga
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