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domingo, 13 de junio de 2010

Pathétique



No podía tener un vestido colgado en el armario sin estrenar.

No podía terminar un libro y no comentarlo.

No podía maquillarse para no salir.

No podía sentir y no decirlo.

Todo se resumía en compartir y en conocer la opinión de los demás.


Resultaba muy frustrante ser un ser tan de libro de psicología de 1º.


Cuando sintiéndose especial acudió al psicoanalista, y éste desmontaba todas sus paranoias con explicaciones de lo más lógicas, sintió vergüenza.

Ella quería que le dijeran cómo era. Necesitaba que alguien mostrase interés por su persona (aunque fuese pagando) y pensó que un psicólogo era más digno que un gigoló; además los anuncios del periódico ya no conseguían excitarla ni un poco. La crisis había llegado también al poco creativo ya de por sí mundo del sexo anunciado por palabras. El caso es que fue al psicólogo que resultó ser psicóloga y que le hizo sentirse absolutamente avergonzada por lo común de su consulta. No es extraño querer sentir aceptación cuando de carácter se es insegura, le dijo.

Y como un dardo disparado, sintió la seguridad de su mediocridad, el patetismo de su falsa modestia, la soledad de ser alguien normal con pretensiones extraordinarias y la vergüenza de necesitar conocer la opinión de los demás.


Ahora que lo piensa, recuerda que ese día tenía la regla.


4 comentarios:

la chica de las biscotelas dijo...

genial!

Prometeu dijo...

Empatizo si recuerdo estos últimos meses
prometeo96@hotmail.com

Sara dijo...

Ya le dijo la psicóloga que no era nada extraño, ni mucho menos especial.

Gracias.
Chica de las biscotelas, un placer.

Clara dijo...

Ser diferente es ser especial?
Aunque yo creo que especiales somos todos, y más especiales aún, cuanto más especiales nos creamos.
Te veo.