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martes, 1 de febrero de 2011

Tours



No puedo ponerme en la piel de un hombre ni aunque éste sea aquél que un día vi limpiando la Torre Eiffel y del que supe, me podía enamorar.

No sé si se tratará de otro hombre perfecto, pero lo imagino recogiéndome cada vez que me quisiera tirar de la torre abajo, suicidio imposible por lo que tengo entendido y suicidio pensable por ende. LLamarle el de mantenimiento de la torre me parece injusto, inventarle un nombre francés, vulgar; ponerle camisa a rayas y pipa en la boca sería convertirle en Chanquete. Así que contaré la verdad que nunca toda la verdad.

De origen paquistaní, sus ojos se clavaron en mi mirada.

De tránsito francés su acento ronco.

Destino desconocido perseguido por días monótonos.

Decoro sobre un minúsculo arnés.


Y es que dicen que es mejor intuir...


2 comentarios:

Marie dijo...

Estoy nostálgica. Yo quiero uno.


Estoy nostálgica.

Sara dijo...

Créalo, Mariette.
Hazlo a tu gusto.
Esa suerte que tenemos.

un beso, y gracias por pasar.