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domingo, 10 de abril de 2011

Au revoir




Había una vez un hombre que le había servido de inspiración. Lejos de tocarse se comunicaban a través de los otros sentidos y muy especialmente estaban conectados por un terrible sentimiento de superioridad. Los dos se sentían elegidos, demasiado inteligentes y tocados de una sensibilidad y personalidad no apta para compartir convivencia con otro. Sentían una fuerte atracción mutua y una pulsión sexual difícil de contener. Jugaban a excitarse. Se escribían apasionados textos poblados de un léxico rico y llenos de referencias literarias. Los ensuciaban con palabras malsonantes cargadas de pasión que atravesaban sus entrañas como flechas. Utilizaban el arte como potente afodisiaco para sublimar sus emociones.

Se volvían locos comentando los detalles de una pintura, intercambiando versos, escuchando música mientras se imaginaban bailando, soñando leerse pasajes, tocarse, olerse, probarse...

Él le servía de inspiración porque la provocaba, y salía así lo mejor de ella misma. Pinchaba su modesto talento que se inflamaba pareciendo entonces mayor. Nunca quiso enamorarse de ella, pero no pudo evitarlo. Y al enamorarse, comenzó a despreciarla. Sólo él sabe porqué quiso apartarla de su lado. Comenzó su estrategia de manera despiadada: celos. Le hablaba de otras mujeres con tono admirativo. Antes, gozaban haciéndolo. Él las ponderaba pero siempre les encontraba algún defecto al compararlas con ella; nuncan era tan mujeres. Observó cómo los celos lejos de alejarla, la habían atraído más hacia él; se mostraba más entregada. Por un momento sintió que quizás fuese una mujer normal, un animalito más, pero recordó su naturaleza exaltada, nacida para la lucha. No podía evitar sentir aquella simpatía hacia ella. Decidió entonces olvidarla. Mostrar la más absoluta indiferencia, volver a sus rutinas antes practicadas, frecuentar a esas mujeres antes citadas. Pronto alguna le tendría suficientemente ocupado como para no sentirse tentado a buscarla; y no por ganas, sino por agotamiento.


Ella, por su parte, sólo lamentaba haber perdido la inspiración.

10 comentarios:

Volianihil dijo...

Sucede el capricho, en el más ancho y tridimensional de los sentidos.

Sara dijo...

Y que suceda...

Marie dijo...

Qué frío está todo. Y yo con este calor pegajoso insoportable.

Sara dijo...

Es lo que tiene el Norte.

Clara dijo...

Ya sabes que si vuelve, es que siempre fue tuyo.

Anónimo dijo...

El vacío que queda.
Un beso

joplin dijo...

Debe ser terrible sentirse superior y caer en algo tan banal como el amor. Rebajarse a ser como los demás mortales.
La indiferencia es cruel,pero no parece que a ella le afectara mucho.
¿Ella no sintió ni un ápice de amor? Triste.
Abrazo Sara.

David dijo...

... y al enamorarse, comenzó a despreciarla...

es ese el quid?

Saludos

Sara dijo...

Sólo creo que ambos "no pudieron evitarlo".
Gracias a todos por vuestras palabras.
Un beso

FOLIE dijo...

Me impresiona como dos amándose a sí mismos, el otro como espejo para admirarse mejor. Me imagino la conquista como un reto que se alcanza cuando uno pierde, y entonces ya no hay juego, porque nadie quiere conquistar algo perdido o perdible. Me imagino orgasmos de autosuficiencia, donde los gritos son para que los escuchen los dos, y haya eco. No sé, supongo que me imagino todo esto porque me suena... lo habré soñado? besos