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sábado, 16 de abril de 2011

Autobiographie



Cuando le mostré a mi madre mis textos recientes me dijo que sólo los disfrutarían las personas sensibles, porque los que no tuviesen sensibilidad no los entenderían. Me dio que pensar. Mi padre nunca me dijo una palabra de ellos...A lo sumo, cuando yo le preguntaba y no encontraba escapatoria posible, respondía reproduciendo parte de los textos a modo de interpretación y queriendo luego llevarlo todo a mis experiencias personales: "ahí quieres expresar tu independencia", "ahí describes la ansiedad"...Me enfadaba. No es autobiografía. Un día mi madre me dijo que todos los textos se parecían entre sí; le contesté airada que yo tenía mi estilo, pero que si ella quería escribiría uno sobre lo bello que es vivir. El problema, le dije, es que no creía que me saliera. A mi madre le gustan y a mi padre no. Supongo que eso resume perfectamente lo que soy yo y lo que somos todos; las dos mitades que tenemos pese a que no nos hayamos criado con ellos o que sólo hayamos vivido con uno o que sólo queramos parecernos a uno...Otro día, mi madre me dijo que no iba a estar siempre diciéndome que le encantaba lo que escribía, y yo le contesté, otra vez airada que por qué. Si he de privarme de alguna pasión que no sea de la de madre...Curiosas son las percepciones. Un amigo me preguntaba hace meses que por qué el 90% de lo que escribía versaba sobre sexo. Me quedé medio muerta, e intenté comenzar muchos escritos así: "el 90% es sexo"; los tiré todos. Mi estupor en ese momento vino porque yo pensaba que el 90% de lo que describía eran sentimientos. Y hablando de sexo:

"Ella se encongió, dobló sus rodillas, plegó las brazos y escondió su cara entre ellos. Tenía el vestido doblado en la cintura y la visión de su culo, sin bragas, en perfecto ángulo con su muslos, le transtornó. Quería cubrirla, tapar con su cuerpo el de ella, tendida en aquella cama. El vestido le había parecido precioso al verla, pero ahora que se posaba arrugado en su vientre, mostrando la mitad del pubis, sus caderas y nalgas; mostrando los muslos y aquellas piernas...ahora, ahora le parecía turbador. En ese momento deja de sentirla tierna, adorable, querible. En ese momento la descubre cruel, despiadada, fría. Entiende que ella está posando para él, que quiere volverle loco. Finge estar dormida, va girándose separando su piernas hasta abrirlas ante su cara. A él entonces le alcanza la muerte, o eso cree. No se va a dejar matar por muy bella que sea. Se abalanza sobre ella que abre rápidamente los ojos clavándoselos en el alma. Lo desarma; eyacula repentinamente. Avergonzado, se aleja de ella, mientras ve que vuelve a replegarse sobre sí misma."

4 comentarios:

José Luis Moreno-Ruiz dijo...

Interesante reflexión. A menudo, los amigos preguntan más tonterías que los familiares. Llega un punto en que la familia te da por imposible y te deja en paz, pero los amigos, en nombre del grupo, incrementan paulatinamente la presión inquisitorial, se instituyen en una sociedad aún más dictatorial que la familia, no toleran disidentes ni diferentes.
Guapísima la chica de la foto (también la retratada por Richard Avedon con su tatuaje y su pezón).
JL

Marie dijo...

La madre que me parió. Te había escrito un comentario de unas cincuenta líneas sobre tu entrada y blogger se lo ha comido.

¡JODER! ¡SERÁ HIJO DE PUTA!

Me he enfadado. No pienso volver a poner todo.

Sara dijo...

Un beso a los dos

F. dijo...

me ha gustado mucho este, la primera parte y la segunda....