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viernes, 1 de octubre de 2010

Lexique


¡Cuánto trabajo tienen los profesores de Lengua!

El desuso, el mal uso, el abuso...

¡Qué poco se aprovechan sus clases cuando se tiene oportunidad y cuánto se extrañan luego, cuando faltan!

Con qué desprecio se habla de las lenguas muertas (a excepción del griego).

Y qué poco se valoran las minoritarias.

Arduo trabajo el del profesor de Lengua.

Ella hacía tiempo que no utilizaba la suya para otra cosa que no fuera lamer sus propios labios, casi siempre resecos. También hurgaba en las oquedades que oradaban sus muelas. En su lengua, cuando alguien apretaba los dientes al dormir, le decían "rucar los dientes". Pues ella rucaba los dientes. No se enteró porque se lo dijera ningún amante; se lo dijo el dentista. La solución pasaba por disfrazarse de boxeadora para dormir apretando un molde. Vería inexorablemente ir menguando su dentadura día tras día.

No hacía mucho tiempo alguien le había dicho que le parecía que había crecido. Ella se sorprendió porque entendía que ya estaba en edad de empezar a menguar. En una muestra de lo relativo de la vida, no hacía mucho tiempo también alguien le había dicho que últimamente la veía como encogida sobre sí misma. Finalmente acusó a los tacones y a su potente efecto óptico.
Y precisamente escogió unos altísimos para ir a cenar con aquel profesor de Lengua que también debía saber latín.


Quizás esa noche se usara, se abusara...











4 comentarios:

javier dijo...

Una cena acompañado de una pareja en taconazos ya es motivo más que suficiente para salibar antes de que lleguen las viandas. Si los taconazos pertenecen además a tu profesora preferida de Lengua, las viandas ya no necesitarían ser aderezadas con picante. No haría falta colocarle la silla. Quedaría mucho mejor sentada sobre la mesa, como dando una clase, con las piernas cruzadas con picardía. Si “sabe latín” está garantizada la conversación sobre los temas más diversos. Si tiene conocimientos de griego y de francés… lo mejor sería no perder el tiempo en pedir postre.

En esta estación tiste y sombría, nada mejor que reunirse, a ser posible, con tu profesora de Lengua y transformar esas lenguas muertas en órganos vivos, en martillos de placer, en estoques indoloros, en un acto de comunicación.

Será que los de letras siempre hemos tenido la mente más calenturienta… o es que las ciencias carecen de sensualidad y de sexualidad. Tendré que consultarlo con mi profesora de Lengua…

Clara dijo...

La lengua tiene muchos aspectos diferentes, como la bifida, o la azul.
Puede ser de varios materiales, como la de trapo o la de estropajo, incluso la de agua y la de tierra.
Puede ser reconfortante, como la materna, o antigua y medio olvidada como las muertas, sustituida en su momento por una viva ( a lengua muerta, lengua puesta?).
Las hay trabadas, aunque no van al gimnasio.
Otras deberian de estar atadas, porque cuando se sueltan, se calientan y luego no hay quien las pare.
Y otras tendrian que estar recluidas, como las malas y viperinas.
Necesitamos traductores para las que estan a medias.
Y aunque el que sabe latin es que sabe mucho,
todo eso es muy dificil de enseñar.

FOLIE dijo...

Qué lindo leerte, intuirte así, con tacones y la lengua deseando escuchar una casualidad y que la haga bailar como sólo una sinhueso puede hacerlo.

Sara dijo...

Folie: Gracias por éste y por todos tus comentarios. Qué sería de mí sin ellos. No sabes lo que me gustan.
Javi: queda claro que los de letras tenéis la mente calenturienta. No sé qué te diría tu profe de lengua, pero quizás sólo te hablase de aspectos puramente formales. Aunque sean de letras, son profes.
Clara: me ha encantado. Adoro los juegos de palabras, y como al póker, tú juegas bien.